(soneto)
La
tarde prestó amable, su textura
al
zaguán, de las casas coloradas..
Y
ante mí, aquella flor más deshojada
desnudara oportuna
su ternura.
Vecino
de su andén y su morada
un
latir de angustiosa cercanía
arrulla su
mudéjar letanía
y
amarga las noches de mí almohada..
Cárdenas,
sus sienes de plata fina..
Sus tersuras
silentes peinan penas;
se
alisan del silencio requerido..
De
piel cálida sus manos morenas.
sutiles
palomas de la rutina
sin
ganas tornaron de nuevo al
nido..
Fernando
Naranjo Duran
Badajoz
23/9/07
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