(Soneto)
No en mi
piel -incrustada en tinta china-
ni en prosa
monorrima y tontorrona.
Necedad que
mi mente no razona
a exhibir
este amor que no termina.
Yo prefiero
otorgarle una corona
de laurel,
que no lleve ni una espina
ni hondo
dolor, que al final cuya ruina
no se lleve
en el pico una paloma.
Y en un
libre ejercicio a punto día,
vuele rauda
ella siempre a comentarle
cuanto amor
yo mantuve tan guardado.
Madre fiel
de mi gente -Ana María.
Un tan firme
bastión, un estandarte,
un sentir de
mi celo enamorado.
Fernando
naranjo duran
14-8-2017
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